CRÓNICA | El dulce fruto de la resiliencia en la zona rural de Montería Por: Òscar Cuello

 Tras el despojo violento, el terreno fue utilizado como centro de entrenamiento para reclutas de las AUC, pero ahora los únicos batallones que merodean la zona son los enjambres de abejas.

Luego de un período amargo provocado por el desplazamiento forzado que ocasionaron los grupos paramilitares que se tomaron extensas zonas de terreno en Córdoba, los campesinos en la vereda Florisanto, del corregimiento Las Palomas, de Montería, retornaron a sus terrenos y ahora endulzan su vida con la miel que producen tras la conformación de asociaciones productivas.
Son 7 familias que en el año 1999 fueron ‘aguijoneadas’ por las intimidaciones del Clan Castaño y alias Don Berna, cabecillas de las AUC que llegaron con amenazantes propuestas de compra, “me vende usted o le compro a la viuda, lo que obligaba a los campesinos a vender a bajos costos y abandonar sus terrenos para luego asentarse en los suburbios de las ciudades capitales tratando de huir de una violencia que luego los alcanzó en forma de discriminación, pobreza y desidia.
En la vereda Florisanto, a dos horas de la zona urbana de Montería, está la parcelación Londres, donde las montañas son testigos de la transformación de vida de estos campesinos resilientes que con la ayuda de la Unidad de Restitución de Tierras (URT) le apuestan ahora a la producción de miel.
En esta zona de Montería funcionaba una base de entrenamiento para los reclutas de los paramilitares, pero en la actualidad y tras superar los embates de la guerra, los únicos batallones que merodean la zona son los enjambres abejas melíferas que salen de sus colmenas en busca del néctar y el polen en los claveles, los tulipanes, e incluso en los árboles de mango que desde inicios de año anuncian la abundancia de sus frutos con pequeños capullos.
Son más de 78 hectáreas restituidas, divididas entre 12 y 14 hectáreas para cada familia, y donde los campesinos beneficiarios emprendieron la metamorfosis que les ha permitido pasar de víctimas de la violencia a empresarios de la miel de abejas.
Su producto es natural y orgánico, y de eso da fe Judith Marlenis Mazo Zúñiga, apicultora y beneficiaria del proceso de restitución, que agrega que están “empeñados en meterle el hombro a esto es algo nuevo para nosotros, pero para mí es muy importante como mujer hacer parte de este trabajo porque también podemos. Somos emprendedoras, productivas y muy dedicadas. Veo este proyecto como una fuente de trabajo, de conseguir nuestro sustento y preservar el medio ambiente".
Puede ser una imagen de 7 personas, personas de pie y naturaleza
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